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Una innovación en la Argentina del Centenario: LAS HUELLAS DIGITALES COMO FORMA DE IDENTIFICACIÓN.


En numerosas situaciones de la vida cotidiana las personas se ven obligadas a demostrar quiénes son por medio de documentos emitidos por el Estado. La validez de los datos de identidad que contienen reposa en las técnicas de identificación usadas por el organismo estatal que los registró y guardó en sus archivos. Este hecho no solo resulta hoy absolutamente natural: es difícil imaginar el funcionamiento cotidiano de sociedades actuales en las que la identidad de los individuos no sea comprobada por el Estado.

Por siglos se han venido usando sellos, firmas, salvoconductos, pasaportes o papeles de trabajo para identificar personas. Desde por lo menos el siglo XVI comenzó a establecerse un lazo indisoluble entre determinados instrumentos producidos por complejos sistemas burocráticos y la identidad individual. Sin embargo, el uso generalizado de documentos de identidad es reciente. A partir de las últimas décadas del siglo XIX este fenómeno se expandió exponencialmente y se tornó central en la relación entre el Estado y los individuos. Entre otras innovaciones, se recurrió a técnicas orientadas a individualizar a cada sujeto, y se diseñaron sistemas de clasificación y archivo que permitieran relacionar a las personas con registros en papel conservados en repositorios estatales. El grupo social al que inicialmente apuntaron esas innovaciones fue el de los delincuentes y transgresores de diverso tipo, reales o presuntos.

Aunque este proceso se produjo con distintos matices en buena parte de los países del mundo, en la Argentina tuvo lugar en forma especialmente precoz y, en algunos aspectos, pionera. En la década de 1880 la fotografía de delincuentes fue incorporada a las prácticas habituales de la policía de la Capital. En 1889 la policía porteña adoptó un sistema antropométrico de identificación basado en la toma precisa de medidas corporales, puesto Mercedes García Ferrari Universidad Nacional de General Sarmiento como forma de identificación Una innovación en la Argentina del Centenario: Que no haya dos seres humanos con idénticas huellas digitales se conocía desde antiguo. ¿Por qué, entonces, solo hacia 1890 se empezaron a usar esas huellas para identificar a las personas, en especial a los delincuentes? Y, ¿qué avance especial en esa materia tuvo lugar en la Argentina? ¿De qué se trata? ARTÍCULO Volumen 20 número 120 diciembre 2010 - enero 2011 45 en práctica por Alphonse Bertillon en la policía parisina desde 1882, según se explica más adelante. El registro dactiloscópico, que permitió la identificación por medio de las huellas digitales, fue aplicado en forma sistemática por primera vez en el mundo en una pequeña oficina de la ciudad de La Plata perteneciente a la policía de la provincia de Buenos Aires.

En tiempos de masivas migraciones internacionales facilitadas por progresos sin precedentes del transporte, de crecimiento de grandes urbes y de acelerada movilidad social, los Estados nacionales, muchos en plena consolidación, procuraban determinar la identidad de sujetos considerados peligrosos. Por entonces, también, iba desapareciendo la tolerancia social de viejas y dolorosas formas de identificar delincuentes, como amputaciones, marcas de fuego o tatuajes, y se comenzaron a organizar registros alfabéticos de nombres de malhechores. Pero no había forma de comprobar la veracidad de los nombres que declaraban los detenidos y no era infrecuente que dos o más de ellos tuvieran el mismo nombre.

...Este interesante artículo es extraido del PDF de Ciencia Hoy y puede continuar leyéndolo en el link http://www.cienciahoy.org.ar/ch/ln/hoy120/Huellas.pdf ...


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